Además de ser un hotel que está situado en a tomar por culo, con perdón, la bordería y la mala baba de todo el personal (con la única excepción de una chica en la recepción) es la norma general. Les puse una reclamación y todo: tardaron en traerme las hojas de reclamación una media hora y luego alucinaban con lo que les contaba. Trataron de no querer dejarnos entrar en el restaurante a la hora del desayuno porque según la borde de la camarera (una choni de unos 20 años, seguramente sin haber terminado la escuela elemental y, desde luego, sin ninguna noción de educación) eran ya las 10 cuando todavía faltaban 7 minutos para ello. Luego nos tiraron de mala manera el desayuno encima de la mesa y a mi novio se le cayó el café encima de la violencia con que le pusieron la taza delante.
Luego fuimos al SPA y más malas caras y mentiras: nos dijeron que tenían clientes las dos últimas horas del domingo, cuando era mentira, lo único que querían era largarse antes a su casa. Cuando llegamos nos dieron una habitación muy mala, encima de las campanas extractoras del restaurante, y eso que el hotel estaba medio vacío... se negaron en un principio a cambiarnos hasta que no insistimos.
A medianoche quisimos que nos subieran un bocadillo a la habitación dentro del servicio 24 horas que decían había por las noches. Una tal Patricia, la persona más borde, mentirosa e impertinente que hayamos conocido nunca como recepcionista en un hotel, nos despachó de mala manera diciéndonos que los viernes (!!!) no había tal servicio. La verdad es que no le daba la gana de servirnos, puesto que a partir de la medianoche era a ella a quien le tocaba subir a las habitaciones a servir. Y así un sinfín de despropósitos.
El hotel no es que sea malo, es que es pésimo porque te hacen arrepentirte a cada instante de haber ido allí.
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